Relación de la dieta con la microbiota intestinal, marcadores de estrés oxidativo y parámetros inmunológicos, en distintos grupos de población
Otros títulos:
Biología funcional y molecular
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Palabra(s) clave:
Inmunología
Fisiología humana
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Resumen:
A lo largo de las últimas décadas se han ido acumulando evidencias científicas que ponen de manifiesto la estrecha relación entre la dieta y el sistema inmune. Así, mientras el papel de algunas vitaminas, minerales y ácidos grasos poliinsaturados (AGP) ha sido ampliamente estudiado, el de otros componentes, como los ácidos grasos monoinsaturados (AGM) o los polifenoles, ha recibido menos atención. Los avances más novedosos en este campo sugieren que la microbiota intestinal podría jugar un papel importante en esta asociación entre la dieta y el estado inmunológico, lo que ha propiciado el desarrollo de estrategias dietéticas dirigidas a actuar sobre la salud a través de la modulación de estas poblaciones bacterianas. En este sentido, el estudio de los pro y prebióticos ha recibido mucha atención en los últimos años, sin embargo, son escasos los trabajos que evalúan el efecto que ejerce la dieta habitual sobre este ecosistema. Por ello, planteamos la hipótesis de que de que la dieta habitual desempeña su efecto sobre la salud a través de diversos mecanismos que incluyen la influencia sobre el sistema inmune, la repercusión sobre el estrés oxidativo y la modulación de la composición de la microbiota intestinal de los sujetos. Se ha sugerido que el estudio de esta asociación debe llevarse a cabo en sujetos con distintas características fisiológicas, ya que las respuestas serán distintas, por lo tanto, el objetivo principal de esta Tesis Doctoral es evaluar la relación entre la dieta, la microbiota intestinal, marcadores de estrés oxidativo y parámetros inmunológicos, en adultos de mediana edad, sujetos de edad avanzada, pacientes de alergia como modelo de hipersensibilidad y lupus eritematoso sistémico (LES) como modelo de autoinmunidad. La recogida de la información dietética, necesaria para la evaluación nutricional, se llevó a cabo mediante una entrevista individual y utilizando, para ello, un cuestionario de frecuencia de consumo alimentario (CFCA) de tipo semicuantitativo, especialmente diseñado para este estudio. En el momento de la entrevista también se registró la talla y peso de los participantes para el posterior cálculo del Índice de Masa Corporal (IMC) de Quetelet, y se recogió información relativa al estilo de vida del sujeto, como es el hábito tabáquico o la práctica de ejercicio físico. A partir de la información relativa al consumo de alimentos, se procedió al cálculo de la ingesta de energía, macro y micronutrientes, así como otros componentes de interés, como son los distintos tipos de fibras y polifenoles. Cada uno de los participantes donó una muestra de sangre en la que, además de la bioquímica general, se determinaron las concentraciones séricas del marcador de lipoperoxidación malondialdehido (MDA) y la capacidad antioxidante total (CAT). Asimismo, el Grupo de Inmunología de la Universidad de Oviedo llevó a cabo la cuantificación de los parámetros inmunológicos. Se recogió una muestra de heces de cada sujeto que fue analizada por el Grupo de Probióticos, Prebióticos y Exopolisacáridos del Instituto de Productos Lácteos de Asturias (PLA-CSIC), en la que se determinaron las poblaciones bacterianas presentes, así como la concentración de ácidos grasos de cadena corta (AGCC). Los resultados permitieron identificar a alimentos de consumo habitual, como el pan, la naranja y manzana, hortalizas como la patata y bebidas como el vino tinto y el café, como posibles moduladores tanto de la composición microbiana como de su actividad metabólica, efecto que podría venir mediado por su contenido en fibra y/o polifenoles. La importancia de la microbiota intestinal, como sugieren los estudios previos, radica, entre otras razones, en su capacidad para influir sobre las respuestas inmunes del hospedador, pero también podría ser responsable de parte de la actividad antioxidante de los polifenoles de la dieta. En este sentido, los menores niveles de MDA encontrados en sujetos consumidores habituales de vino tinto, junto con una composición microbiana distinta a la de los no consumidores, podrían corroborar estas evidencias científicas. De esta manera, la dieta podría influir sobre el sistema inmune de manera indirecta, a través de la modulación de las poblaciones bacterianas, pero también de manera directa, como lo sugieren las asociaciones encontradas entre la ingesta de AGM, AGP y vitamina C y algunos parámetros inmunológicos. Por lo tanto, aunque los estudios epidemiológicos no permiten establecer causalidad, nuestros resultados podrían aportar algo de luz en el estudio de esta compleja relación, así como ser de utilidad, en un futuro, a la hora de diseñar estrategias dietéticas específicas que permitan mejorar la calidad de vida de estos colectivos estudiados.
A lo largo de las últimas décadas se han ido acumulando evidencias científicas que ponen de manifiesto la estrecha relación entre la dieta y el sistema inmune. Así, mientras el papel de algunas vitaminas, minerales y ácidos grasos poliinsaturados (AGP) ha sido ampliamente estudiado, el de otros componentes, como los ácidos grasos monoinsaturados (AGM) o los polifenoles, ha recibido menos atención. Los avances más novedosos en este campo sugieren que la microbiota intestinal podría jugar un papel importante en esta asociación entre la dieta y el estado inmunológico, lo que ha propiciado el desarrollo de estrategias dietéticas dirigidas a actuar sobre la salud a través de la modulación de estas poblaciones bacterianas. En este sentido, el estudio de los pro y prebióticos ha recibido mucha atención en los últimos años, sin embargo, son escasos los trabajos que evalúan el efecto que ejerce la dieta habitual sobre este ecosistema. Por ello, planteamos la hipótesis de que de que la dieta habitual desempeña su efecto sobre la salud a través de diversos mecanismos que incluyen la influencia sobre el sistema inmune, la repercusión sobre el estrés oxidativo y la modulación de la composición de la microbiota intestinal de los sujetos. Se ha sugerido que el estudio de esta asociación debe llevarse a cabo en sujetos con distintas características fisiológicas, ya que las respuestas serán distintas, por lo tanto, el objetivo principal de esta Tesis Doctoral es evaluar la relación entre la dieta, la microbiota intestinal, marcadores de estrés oxidativo y parámetros inmunológicos, en adultos de mediana edad, sujetos de edad avanzada, pacientes de alergia como modelo de hipersensibilidad y lupus eritematoso sistémico (LES) como modelo de autoinmunidad. La recogida de la información dietética, necesaria para la evaluación nutricional, se llevó a cabo mediante una entrevista individual y utilizando, para ello, un cuestionario de frecuencia de consumo alimentario (CFCA) de tipo semicuantitativo, especialmente diseñado para este estudio. En el momento de la entrevista también se registró la talla y peso de los participantes para el posterior cálculo del Índice de Masa Corporal (IMC) de Quetelet, y se recogió información relativa al estilo de vida del sujeto, como es el hábito tabáquico o la práctica de ejercicio físico. A partir de la información relativa al consumo de alimentos, se procedió al cálculo de la ingesta de energía, macro y micronutrientes, así como otros componentes de interés, como son los distintos tipos de fibras y polifenoles. Cada uno de los participantes donó una muestra de sangre en la que, además de la bioquímica general, se determinaron las concentraciones séricas del marcador de lipoperoxidación malondialdehido (MDA) y la capacidad antioxidante total (CAT). Asimismo, el Grupo de Inmunología de la Universidad de Oviedo llevó a cabo la cuantificación de los parámetros inmunológicos. Se recogió una muestra de heces de cada sujeto que fue analizada por el Grupo de Probióticos, Prebióticos y Exopolisacáridos del Instituto de Productos Lácteos de Asturias (PLA-CSIC), en la que se determinaron las poblaciones bacterianas presentes, así como la concentración de ácidos grasos de cadena corta (AGCC). Los resultados permitieron identificar a alimentos de consumo habitual, como el pan, la naranja y manzana, hortalizas como la patata y bebidas como el vino tinto y el café, como posibles moduladores tanto de la composición microbiana como de su actividad metabólica, efecto que podría venir mediado por su contenido en fibra y/o polifenoles. La importancia de la microbiota intestinal, como sugieren los estudios previos, radica, entre otras razones, en su capacidad para influir sobre las respuestas inmunes del hospedador, pero también podría ser responsable de parte de la actividad antioxidante de los polifenoles de la dieta. En este sentido, los menores niveles de MDA encontrados en sujetos consumidores habituales de vino tinto, junto con una composición microbiana distinta a la de los no consumidores, podrían corroborar estas evidencias científicas. De esta manera, la dieta podría influir sobre el sistema inmune de manera indirecta, a través de la modulación de las poblaciones bacterianas, pero también de manera directa, como lo sugieren las asociaciones encontradas entre la ingesta de AGM, AGP y vitamina C y algunos parámetros inmunológicos. Por lo tanto, aunque los estudios epidemiológicos no permiten establecer causalidad, nuestros resultados podrían aportar algo de luz en el estudio de esta compleja relación, así como ser de utilidad, en un futuro, a la hora de diseñar estrategias dietéticas específicas que permitan mejorar la calidad de vida de estos colectivos estudiados.
Notas Locales:
DT(SE) 2014-097
Colecciones
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