Transformar un yacimiento arqueológico en la base de un proyecto educativo: la experiencia de la escuela Jaume Miret de Soses
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Fecha de publicación:
Editorial:
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo
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Resumen:
Conocer el entorno natural, cultural y social en el cual se desarrolla el día a día del alumnado de primaria es fundamental para su desarrollo. Sólo mediante este conocimiento puede llegarse a generar actitudes como la empatía, el cuidado o el respeto hacia aquello que nos rodea. Así lo recoge la LOMLOE (“Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE), número 3/2020, publicada en el Boletín Oficial del Estado el 23 de diciembre de 2020”) y los currículums específicos que desarrollan su aplicación. Es por esta razón que el entorno local y más próximo a la realidad del alumnado debe estar presente de manera constante en el aula (Arias y Egea, 2022). De todos los elementos que podemos encontrar en ese entorno, el patrimonio cultural constituye un recurso didáctico de gran valor que favorece una formación integral (Lucas y Estepa, 2016), y que puede convertirse en una buena herramienta identitaria y de cohesión, tanto por el valor que posee como por su significado de pertenencia colectiva (Coma y Martin, 2014). Las potencialidades de la educación patrimonial y la didáctica del patrimonio han sido ampliamente estudiadas y publicadas en las últimas décadas, especialmente en el ámbito de las Ciencias Sociales (Ballesteros et al., 2003; Estepa et al., 2001; Molina et al., 2016). Trabajar con el patrimonio cultural posibilita desarrollar habilidades y aprendizajes mediante un proceso activo de descubrimiento que permite dar respuesta a los retos y preguntas que surgen en la realidad cotidiana del alumnado y su entorno. El conocimiento y la valoración del patrimonio cultural permiten potenciar, por tanto, la educación ciudadana y en valores con el objetivo de formar una ciudadanía activa y democrática.
Conocer el entorno natural, cultural y social en el cual se desarrolla el día a día del alumnado de primaria es fundamental para su desarrollo. Sólo mediante este conocimiento puede llegarse a generar actitudes como la empatía, el cuidado o el respeto hacia aquello que nos rodea. Así lo recoge la LOMLOE (“Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE), número 3/2020, publicada en el Boletín Oficial del Estado el 23 de diciembre de 2020”) y los currículums específicos que desarrollan su aplicación. Es por esta razón que el entorno local y más próximo a la realidad del alumnado debe estar presente de manera constante en el aula (Arias y Egea, 2022). De todos los elementos que podemos encontrar en ese entorno, el patrimonio cultural constituye un recurso didáctico de gran valor que favorece una formación integral (Lucas y Estepa, 2016), y que puede convertirse en una buena herramienta identitaria y de cohesión, tanto por el valor que posee como por su significado de pertenencia colectiva (Coma y Martin, 2014). Las potencialidades de la educación patrimonial y la didáctica del patrimonio han sido ampliamente estudiadas y publicadas en las últimas décadas, especialmente en el ámbito de las Ciencias Sociales (Ballesteros et al., 2003; Estepa et al., 2001; Molina et al., 2016). Trabajar con el patrimonio cultural posibilita desarrollar habilidades y aprendizajes mediante un proceso activo de descubrimiento que permite dar respuesta a los retos y preguntas que surgen en la realidad cotidiana del alumnado y su entorno. El conocimiento y la valoración del patrimonio cultural permiten potenciar, por tanto, la educación ciudadana y en valores con el objetivo de formar una ciudadanía activa y democrática.
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