| dc.description.abstract | La pandemia de la COVID-19 causó la muerte de millones de personas en todo el mundo y su morbilidad alcanzó cifras elevadísimas; el temor a contagiarse también se extendió con gran velocidad. Las medidas de confinamiento sumado a la percepción de incertidumbre y sensación de peligro tuvieron efectos psicológicos nocivos muy graves. Los enfermeros estaban expuestos al virus con el condicionante de frustración por no poder desarrollar su trabajo de forma satisfactoria y la consiguiente aparición de la fatiga emocional (Legido-Quigley et al., 2020); así adoptaron clínicas de tristeza, síntomas depresivos y trastorno de estrés postraumático (Brooks et al., 2020). El estrés postraumático era más evidente en los trabajadores de la salud que en el resto de la población, lo que suponía un problema de salud pública significativo (Jansson et al., 2019; Jiang et al., 2021; Yuan et al., 2021). En España se evidenció una elevada prevalencia de presentismo en enfermeras, y se corroboró la relación con el distrés; el presentismo es un fenómeno que repercute negativamente en los empleados, en la empresa y en la calidad de la atención al paciente, además se considera predictor de futuras patologías y de posible absentismo del resto de trabajadores que también enferman por aumento de su carga de trabajo (Sánchez-Zaballos et al., 2018). | spa |
