"Soportarás todos los males": la violencia de género en en el discurso religioso cristiano (s. II-IV)
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Género y diversidad
Historia antigua
Historia de las religiones
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El objetivo prioritario de este trabajo ha sido analizar cuál fue la evolución de la violencia contra las mujeres en el contexto cristiano tardo antiguo, así como trazar históricamente la evolución de la violencia hacia las mujeres asumida dentro de los discursos oficiales, como los legales o los religiosos, y aportar luz sobre la configuración de la sumisión como una de las estrategias de mayor calado a lo largo de la historia. Todas ellas cuestiones básicas en la consolidación de la sociedad tardo imperial cristiana que emerge en este periodo y en los siglos siguientes. El interés hermenéutico se centró en acotar lo más posible las definiciones y explicaciones de autoridad, poder y coerción, así como los diferentes tipos de violencias que se puedan desarrollar y que están relacionadas con sistemas macro y micro de poder, que están al servicio de una tecnología de poder y una economía del sistema, en este caso tardo imperial. A través de los mandatos y lecturas religiosas, las mujeres comprendidas entre los siglos II al IV reciben una tradición patriarcal en la que las concepciones tanto antropológicas, médicas, legales como culturales acerca de la mujer, aunque diferentes, generan una imagen de un ser inferior. Un ser inferior susceptible de ser cuidado, tutelado y corregido por quienes ejercen de tutores: el padre, el marido, los hijos y los guías espirituales. De igual forma, si nos fijamos en los “abusos” (amparados como usos) que en una sociedad patriarcal se han cometido contra las mujeres dentro del ámbito familiar o comunal como medio de expiación general, como castigo o como simple mito fundacional que justifica la imposición del orden lo que recogemos es una larga tradición plurisecular en la que las mujeres han sido víctimas tanto conyugales como coyunturales. Ahondar solo en los discursos que dan lugar a estas imágenes o modelos de mujeres que acatan y soportan esa situación, sería quedarnos en la espuma de la cuestión. De ahí que este trabajo, además de visibilizar la formación de un ideario femenino en el que se configura a la mujer “sufridora” o soportadora de los males como pruebas o castigos, también se detiene en el contexto elegido: el seno de la comunidad cristiana en general en los siglos II al IV, dentro del engranaje romano y sin perder de vista los cambios que se suceden en esa horquilla temporal. El presente trabajo consta de cinco apartados analíticos. El primero de ellos aborda los diferentes análisis acerca de la violencia. Este acercamiento se lleva a cabo desde el feminismo y la perspectiva de género y con el carácter interdisciplinar que, entendemos, debe tener la profundización sobre algo tan amplio como son las formas de violencia. Dentro de las categorías analíticas utilizadas incluimos las de ideología, poder y autoridad. Su análisis es relevante en tanto en cuanto visibiliza los mecanismos de coerción y coacción, así como de identificación del individuo en la sociedad. El segundo apartado completa la visión teórica desde la perspectiva histórica de la violencia de género. En este análisis resulta ineludible volver la vista a la tradición misógina clásica que confluye con el pensamiento judeocristiano en torno al siglo II. Desde los relatos míticos hasta la literatura bíblica encontramos toda una tradición de “víctimas” de la violencia, que han servido, en el mayor de los casos, como expiación no de sus propias culpas sino de la comunidad a la que pertenecían. Son historias, creencias y hechos que refuerzan la idea de “ser mujeres al servicio de la causa” y que naturalizan en el poso histórico determinadas violencias. En el tercer apartado se profundiza en la configuración de las masculinidades hegemónicas y todo lo que ello conlleva. Hasta llegar a la universalidad de “lo masculino” con el cristianismo operan ciertas estructuras muy relacionadas con la configuración de las masculinidades hegemónicas y las alteridades (heroicidad, potestad, patriarcado y jerarquía, cultura del conflicto y militarismo). En los siglos que nos ocupan, los cambios hacia nuevos modelos bajo el cristianismo tienen una lectura e incidencia importante en cuanto a liderazgo y justificación hegemónica. La sobrevaloración de lo masculino como ideal total acarreará procesos, no sólo ideológicos sino también físicos, importantes para las mujeres de determinados círculos cristianos.
El objetivo prioritario de este trabajo ha sido analizar cuál fue la evolución de la violencia contra las mujeres en el contexto cristiano tardo antiguo, así como trazar históricamente la evolución de la violencia hacia las mujeres asumida dentro de los discursos oficiales, como los legales o los religiosos, y aportar luz sobre la configuración de la sumisión como una de las estrategias de mayor calado a lo largo de la historia. Todas ellas cuestiones básicas en la consolidación de la sociedad tardo imperial cristiana que emerge en este periodo y en los siglos siguientes. El interés hermenéutico se centró en acotar lo más posible las definiciones y explicaciones de autoridad, poder y coerción, así como los diferentes tipos de violencias que se puedan desarrollar y que están relacionadas con sistemas macro y micro de poder, que están al servicio de una tecnología de poder y una economía del sistema, en este caso tardo imperial. A través de los mandatos y lecturas religiosas, las mujeres comprendidas entre los siglos II al IV reciben una tradición patriarcal en la que las concepciones tanto antropológicas, médicas, legales como culturales acerca de la mujer, aunque diferentes, generan una imagen de un ser inferior. Un ser inferior susceptible de ser cuidado, tutelado y corregido por quienes ejercen de tutores: el padre, el marido, los hijos y los guías espirituales. De igual forma, si nos fijamos en los “abusos” (amparados como usos) que en una sociedad patriarcal se han cometido contra las mujeres dentro del ámbito familiar o comunal como medio de expiación general, como castigo o como simple mito fundacional que justifica la imposición del orden lo que recogemos es una larga tradición plurisecular en la que las mujeres han sido víctimas tanto conyugales como coyunturales. Ahondar solo en los discursos que dan lugar a estas imágenes o modelos de mujeres que acatan y soportan esa situación, sería quedarnos en la espuma de la cuestión. De ahí que este trabajo, además de visibilizar la formación de un ideario femenino en el que se configura a la mujer “sufridora” o soportadora de los males como pruebas o castigos, también se detiene en el contexto elegido: el seno de la comunidad cristiana en general en los siglos II al IV, dentro del engranaje romano y sin perder de vista los cambios que se suceden en esa horquilla temporal. El presente trabajo consta de cinco apartados analíticos. El primero de ellos aborda los diferentes análisis acerca de la violencia. Este acercamiento se lleva a cabo desde el feminismo y la perspectiva de género y con el carácter interdisciplinar que, entendemos, debe tener la profundización sobre algo tan amplio como son las formas de violencia. Dentro de las categorías analíticas utilizadas incluimos las de ideología, poder y autoridad. Su análisis es relevante en tanto en cuanto visibiliza los mecanismos de coerción y coacción, así como de identificación del individuo en la sociedad. El segundo apartado completa la visión teórica desde la perspectiva histórica de la violencia de género. En este análisis resulta ineludible volver la vista a la tradición misógina clásica que confluye con el pensamiento judeocristiano en torno al siglo II. Desde los relatos míticos hasta la literatura bíblica encontramos toda una tradición de “víctimas” de la violencia, que han servido, en el mayor de los casos, como expiación no de sus propias culpas sino de la comunidad a la que pertenecían. Son historias, creencias y hechos que refuerzan la idea de “ser mujeres al servicio de la causa” y que naturalizan en el poso histórico determinadas violencias. En el tercer apartado se profundiza en la configuración de las masculinidades hegemónicas y todo lo que ello conlleva. Hasta llegar a la universalidad de “lo masculino” con el cristianismo operan ciertas estructuras muy relacionadas con la configuración de las masculinidades hegemónicas y las alteridades (heroicidad, potestad, patriarcado y jerarquía, cultura del conflicto y militarismo). En los siglos que nos ocupan, los cambios hacia nuevos modelos bajo el cristianismo tienen una lectura e incidencia importante en cuanto a liderazgo y justificación hegemónica. La sobrevaloración de lo masculino como ideal total acarreará procesos, no sólo ideológicos sino también físicos, importantes para las mujeres de determinados círculos cristianos.
Notas Locales:
DT(SE) 2016-227
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