Teoría crítica de las postvanguardias artísticas. "Por una belleza convulsiva"
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Palabra(s) clave:
Estética
Filosofía de la cultura
Estética de las Bellas Artes
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Resumen:
A mediados del siglo XX, el arte renuncia a la estética. Analizar por qué, con qué procedimientos, por qué caminos, sus éxitos, sus fracasos y contradicciones es el objeto de esta tesis doctoral, que pretende establecer unos fundamentos para una teoría que permita realizar una crítica no conservadora del arte de nuestro tiempo. Una teoría que sea crítica pero que no necesariamente esté basada en la doctrina de la Escuela de Frankfurt, por mucho que interesen conceptos como aura y los referidos al original y la copia, la autonomía de la obra de arte, la integración de la vanguardia, la crítica de la industria cultural o la defensa de la sublimación no represiva frente a la desublimación represiva o predominio de la razón instrumental. Porque también lo hacen otros como antiarte, anestética, devaluación artística, reduccionismo cool o belleza convulsiva, término este último que plantearon los surrealistas y que no es sino otra forma de reivindicar lo sublime, es decir, el retorno a un arte afirmativo y de calidad que produzca emoción, conmoción y asombro estético, que es lo que aquí se propone como alternativa. La tesis está dividida en seis apartados. El primero quiere fundamentar una teoría estética y una teoría del arte, con el realismo como límite, sus categorías bien definidas y la distinción entre elementos racionales y elementos sensibles y expresivos, así como de términos como modernidad, vanguardia, neovanguardia y postvanguardia. El segundo indaga en las razones de la anestética tanto en su vía cínica o antiartística como en la estoica o depurativa, estudia sus paradojas y cuestiona sus planteamientos puritanos en los diferentes movimientos neovanguardistas. El tercero hace la crítica del arte devaluado, entendido como integración en toda regla, y señala las condiciones para que la oposición de la postvanguardia a la alienación dominante sea efectiva. Y el cuarto ofrece, frente al simulacro y la desilusión estética, una veta abierta por la vanguardia en la que se restituyen valores y se permite la liberación de los sentidos, sin ahorrar sensaciones fuertes pero apostando por un arte más caliente que frío. La conclusión es que sólo un arte contemporáneo que restablezca su dimensión estética puede llevarnos a una revolución sensible, a una comunidad sentimental que produzca una igualdad inédita. Si las prácticas artísticas quieren recuperar el lugar que ocuparon en el pasado en la prosecución de un entorno más humano, deberán reivindicar, además de la necesidad de un antiarte más o menos consciente de sí mismo, una belleza convulsiva que remueva hasta lo más hondo, genere inconformismo con lo existente y prefigure un horizonte utópico en el que se vislumbre una nueva armonía. La tesis se cierra con una bibliografía en la que se distingue entre la que es específica, la citada y la que ha sido utilizada de forma más general.
A mediados del siglo XX, el arte renuncia a la estética. Analizar por qué, con qué procedimientos, por qué caminos, sus éxitos, sus fracasos y contradicciones es el objeto de esta tesis doctoral, que pretende establecer unos fundamentos para una teoría que permita realizar una crítica no conservadora del arte de nuestro tiempo. Una teoría que sea crítica pero que no necesariamente esté basada en la doctrina de la Escuela de Frankfurt, por mucho que interesen conceptos como aura y los referidos al original y la copia, la autonomía de la obra de arte, la integración de la vanguardia, la crítica de la industria cultural o la defensa de la sublimación no represiva frente a la desublimación represiva o predominio de la razón instrumental. Porque también lo hacen otros como antiarte, anestética, devaluación artística, reduccionismo cool o belleza convulsiva, término este último que plantearon los surrealistas y que no es sino otra forma de reivindicar lo sublime, es decir, el retorno a un arte afirmativo y de calidad que produzca emoción, conmoción y asombro estético, que es lo que aquí se propone como alternativa. La tesis está dividida en seis apartados. El primero quiere fundamentar una teoría estética y una teoría del arte, con el realismo como límite, sus categorías bien definidas y la distinción entre elementos racionales y elementos sensibles y expresivos, así como de términos como modernidad, vanguardia, neovanguardia y postvanguardia. El segundo indaga en las razones de la anestética tanto en su vía cínica o antiartística como en la estoica o depurativa, estudia sus paradojas y cuestiona sus planteamientos puritanos en los diferentes movimientos neovanguardistas. El tercero hace la crítica del arte devaluado, entendido como integración en toda regla, y señala las condiciones para que la oposición de la postvanguardia a la alienación dominante sea efectiva. Y el cuarto ofrece, frente al simulacro y la desilusión estética, una veta abierta por la vanguardia en la que se restituyen valores y se permite la liberación de los sentidos, sin ahorrar sensaciones fuertes pero apostando por un arte más caliente que frío. La conclusión es que sólo un arte contemporáneo que restablezca su dimensión estética puede llevarnos a una revolución sensible, a una comunidad sentimental que produzca una igualdad inédita. Si las prácticas artísticas quieren recuperar el lugar que ocuparon en el pasado en la prosecución de un entorno más humano, deberán reivindicar, además de la necesidad de un antiarte más o menos consciente de sí mismo, una belleza convulsiva que remueva hasta lo más hondo, genere inconformismo con lo existente y prefigure un horizonte utópico en el que se vislumbre una nueva armonía. La tesis se cierra con una bibliografía en la que se distingue entre la que es específica, la citada y la que ha sido utilizada de forma más general.
Notas Locales:
DT(SE) 2015-345
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