Traje tradicional, indumentaria popular y representación social del cuerpo. Asturias (1860-1920)
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Historia contemporánea
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A mediados del siglo XIX un sector de la sociedad asturiana, relacionada con las élites intelectuales vinculadas al regionalismo romántico, fijaron los estereotipos de una indumentaria que pasará a ser conocida como traje del país o traje asturiano, con el que se identificarán tanto el folclore y las tradiciones, como una idea de unidad territorial e identitaria. Esta vestimenta se corresponde con las modas campesinas utilizadas desde mediados del siglo XVIII a comienzos del siglo XIX, y su fijación como elemento identificador de una región, se corresponde con un periodo de tiempo -que abarca desde 1860 a 1920- en el que la sociedad asturiana, sometida a los cambios profundos aportados por una rápida industrialización, modificaron tanto las indumentarias masculinas como las femeninas. Para los hombres supone un cambio profundo con respecto a la imagen corporal y a la exhibición social del cuerpo vestido, que pasa a hora a asociarse con los hombres de pantalón largo, con el auge de la burguesía y la expansión de la clase obrera. Para las mujeres, en cambio, supone un estadio más en un amplio ciclo de la concepción corporal de las mismas, que no sufrirán un cambio profundo en la moda hasta los años de la Primera Guerra Mundial. De estos cambios en el vestir, de la diversidad en los atuendos de acuerdo con la clase social, el género, la edad o, incluso, según los sucesos políticos de cada momento, se puede encontrar una amplia documentación mediante la fotografía. En 1859 se establecían en la región los primeros estudios profesionales, los cuales han dejado un legado iconográfico de retratos que conforman un corpus documental de gran valor para estudiar la evolución de la estética del cuerpo vestido en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Junto a estos primeros retratistas se documentan en las décadas siguientes, un gran número de fotógrafos ambulantes, reporteros de prensa y aficionados que dejaron evidencia mediante sus imágenes, tanto de la sociedad asturiana del momento como crearon retratos y escenas organizadas, que recreaban en ambientes idealizados una Asturias que respondía a los estándares de una tradición inventada, que quedarían ya fijados como lo típicamente asturiano.
A mediados del siglo XIX un sector de la sociedad asturiana, relacionada con las élites intelectuales vinculadas al regionalismo romántico, fijaron los estereotipos de una indumentaria que pasará a ser conocida como traje del país o traje asturiano, con el que se identificarán tanto el folclore y las tradiciones, como una idea de unidad territorial e identitaria. Esta vestimenta se corresponde con las modas campesinas utilizadas desde mediados del siglo XVIII a comienzos del siglo XIX, y su fijación como elemento identificador de una región, se corresponde con un periodo de tiempo -que abarca desde 1860 a 1920- en el que la sociedad asturiana, sometida a los cambios profundos aportados por una rápida industrialización, modificaron tanto las indumentarias masculinas como las femeninas. Para los hombres supone un cambio profundo con respecto a la imagen corporal y a la exhibición social del cuerpo vestido, que pasa a hora a asociarse con los hombres de pantalón largo, con el auge de la burguesía y la expansión de la clase obrera. Para las mujeres, en cambio, supone un estadio más en un amplio ciclo de la concepción corporal de las mismas, que no sufrirán un cambio profundo en la moda hasta los años de la Primera Guerra Mundial. De estos cambios en el vestir, de la diversidad en los atuendos de acuerdo con la clase social, el género, la edad o, incluso, según los sucesos políticos de cada momento, se puede encontrar una amplia documentación mediante la fotografía. En 1859 se establecían en la región los primeros estudios profesionales, los cuales han dejado un legado iconográfico de retratos que conforman un corpus documental de gran valor para estudiar la evolución de la estética del cuerpo vestido en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Junto a estos primeros retratistas se documentan en las décadas siguientes, un gran número de fotógrafos ambulantes, reporteros de prensa y aficionados que dejaron evidencia mediante sus imágenes, tanto de la sociedad asturiana del momento como crearon retratos y escenas organizadas, que recreaban en ambientes idealizados una Asturias que respondía a los estándares de una tradición inventada, que quedarían ya fijados como lo típicamente asturiano.
Notas Locales:
DT(SE) 2015-154
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