Evaluación de la salud mental de niños y adolescentes con medidas de proteccción.
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Psicología de comunidades
Deficiencia mental del niño y adolescente
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Los niños y adolescentes que viven en el sistema de protección y especialmente los que se encuentran en hogares de acogida son identificados como un grupo especialmente vulnerable en la manifestación de trastornos de salud mental. En el contexto internacional existe un amplio cuerpo de literatura científica acerca de los factores de riesgo que presentan, la prevalencia y tipología de las alteraciones más comunes así como los criterios de detección y derivación clínica que los caracteriza. En España por el contrario, a pesar de que la atención a este perfil es considerada un reto en el sistema de protección a la infancia por las dificultades de intervención que plantea, no existen investigaciones científicas que analicen las características y las necesidades de salud mental de la población acogida en la red de hogares. El objetivo de esta tesis doctoral ha sido precisamente evaluar, por primera vez en nuestro país, el estado de salud mental de todos los niños y adolescente con edades comprendidas entre los 6 y los 18 años que vivían acogidos en los hogares de protección de una comunidad autónoma española. Para ello se recogio información de carácter descriptivo sobre sus características socio-demograficas, familiares, escolares, necesidades de salud e historia e itinerario de protección y se aplicaron dos instrumentos de screening diagnostico para la valoración de los problemas emocionales y conductuales. Uno de ellos fue cumplimentado por los educadores de referencia (Child Behavior Check List, CBCL) y otro por los adolescentes mayores de once años en formato de auto-informe (Youth Self Report, YSR). Los resultados obtenidos confirmaron la elevada presencia de factores de riesgo personales y familiares, asociados a estos niños y adolescentes, que ya de por sí podrían explicar una elevada frecuencia de trastornos de salud mental. Mediante los resultados del screening diagnóstico se estableció que el 44% de los niños y jóvenes acogidos manifiestan alteraciones emocionales y conductuales que alcanzan el nivel clínico. Lo más frecuente son los trastornos de tipo externalizante (agresividad y conducta discruptiva), aunque las alteraciones más privadas (como el aislamiento o la ansiedad) también presentan una alta tasa de prevalencia. Sin embargo el abordaje de este malestar constituiría una necesidad no cubierta ya que sólo un 25% acudía a servicios de terapéuticos para su tratamiento. Esta tesis ha puesto de manifiesto además, lla extrema vulnerabilidad de los niños y jóvenes con discapacidad intelectual que viven en hogares de protección, un grupo numeroso, con características y necesidades específicas frente a sus pares que exigiría una atención especializada y que sin embargo, permanece invisible y generalmente fuera del marco de las investigaciones. Los educadores mostraron ser referentes tan eficaces como los padres en la detección de las alteraciones clínicas, por lo que es necesario incorporar la perspectiva de los propios adolescentes acogidos en la valoración de su estado emocional y conductual siempre que sea posible, ya que los trastornos de tipo más privado parecen pasar desapercibidos en la denámica diaria de los hogares de protección. Entre las implicaciones para la intervención que se derivan de los resultados destaca la necesidad deimplementar instrumentos de screening diágnostico como los empleados en esta investigación en la dinámica de los hogares de protección, que permitan una detección precoz y eficiente de las alteraciones que presenta esta población. Asimismo es imprescindible la formación del personal de atención directa en las manisfestaciones que con más frecuencia se asocian a los niños y jóvenes con los que intervienen, permitiendo así una atención más sensible y específica a sus necesidades de seguridad y bienestar emocional.
Los niños y adolescentes que viven en el sistema de protección y especialmente los que se encuentran en hogares de acogida son identificados como un grupo especialmente vulnerable en la manifestación de trastornos de salud mental. En el contexto internacional existe un amplio cuerpo de literatura científica acerca de los factores de riesgo que presentan, la prevalencia y tipología de las alteraciones más comunes así como los criterios de detección y derivación clínica que los caracteriza. En España por el contrario, a pesar de que la atención a este perfil es considerada un reto en el sistema de protección a la infancia por las dificultades de intervención que plantea, no existen investigaciones científicas que analicen las características y las necesidades de salud mental de la población acogida en la red de hogares. El objetivo de esta tesis doctoral ha sido precisamente evaluar, por primera vez en nuestro país, el estado de salud mental de todos los niños y adolescente con edades comprendidas entre los 6 y los 18 años que vivían acogidos en los hogares de protección de una comunidad autónoma española. Para ello se recogio información de carácter descriptivo sobre sus características socio-demograficas, familiares, escolares, necesidades de salud e historia e itinerario de protección y se aplicaron dos instrumentos de screening diagnostico para la valoración de los problemas emocionales y conductuales. Uno de ellos fue cumplimentado por los educadores de referencia (Child Behavior Check List, CBCL) y otro por los adolescentes mayores de once años en formato de auto-informe (Youth Self Report, YSR). Los resultados obtenidos confirmaron la elevada presencia de factores de riesgo personales y familiares, asociados a estos niños y adolescentes, que ya de por sí podrían explicar una elevada frecuencia de trastornos de salud mental. Mediante los resultados del screening diagnóstico se estableció que el 44% de los niños y jóvenes acogidos manifiestan alteraciones emocionales y conductuales que alcanzan el nivel clínico. Lo más frecuente son los trastornos de tipo externalizante (agresividad y conducta discruptiva), aunque las alteraciones más privadas (como el aislamiento o la ansiedad) también presentan una alta tasa de prevalencia. Sin embargo el abordaje de este malestar constituiría una necesidad no cubierta ya que sólo un 25% acudía a servicios de terapéuticos para su tratamiento. Esta tesis ha puesto de manifiesto además, lla extrema vulnerabilidad de los niños y jóvenes con discapacidad intelectual que viven en hogares de protección, un grupo numeroso, con características y necesidades específicas frente a sus pares que exigiría una atención especializada y que sin embargo, permanece invisible y generalmente fuera del marco de las investigaciones. Los educadores mostraron ser referentes tan eficaces como los padres en la detección de las alteraciones clínicas, por lo que es necesario incorporar la perspectiva de los propios adolescentes acogidos en la valoración de su estado emocional y conductual siempre que sea posible, ya que los trastornos de tipo más privado parecen pasar desapercibidos en la denámica diaria de los hogares de protección. Entre las implicaciones para la intervención que se derivan de los resultados destaca la necesidad deimplementar instrumentos de screening diágnostico como los empleados en esta investigación en la dinámica de los hogares de protección, que permitan una detección precoz y eficiente de las alteraciones que presenta esta población. Asimismo es imprescindible la formación del personal de atención directa en las manisfestaciones que con más frecuencia se asocian a los niños y jóvenes con los que intervienen, permitiendo así una atención más sensible y específica a sus necesidades de seguridad y bienestar emocional.
Notas Locales:
DT(SE) 2014-047
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