Prensa política y sindical en Asturias en el franquismo y la transición(1937-1982)
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Prensa política y sindical en Asturias en el Franquismo y la Transición (1937-1982) trata de contribuir a arrojar algo de luz sobre un aspecto poco tratado y conocido de la militancia y la actividad de partidos políticos y sindicatos. Esta investigación se divide en dos partes diferenciadas, pero que no deben tomarse aisladamente: la prensa clandestina de la época franquista (desde la ocupación de Asturias en 1937 a la muerte de Franco en 1975), y los periódicos, boletines y otros materiales de propaganda pertenecientes a partidos, sindicatos y movimientos sociales durante el periodo de transición a la democracia (desde 1975 hasta la victoria del PSOE en las elecciones generales de 1982). La prensa clandestina de la resistencia antifranquista no es un aspecto que haya recibido, precisamente, una atención masiva por parte de los investigadores españoles. La primera parte de la tesis trata de dar cuenta del complejo y peligroso proceso de producción, distribución y recepción de este tipo de materiales editados ilegalmente. Al mismo tiempo, nuestra visión de la propaganda antifranquista resultaría incompleta sin una aproximación al funcionamiento del aparato de propaganda franquista, de su discurso y de su control de la prensa legal. La lucha entre ambos aparatos de propaganda no se puede comprender correctamente sin poner en relación ambos polos antagónicos. La historia de la edición de prensa clandestina en Asturias no muestra a su vez, la estrecha relación de dependencia que existe entre los periódicos y las culturas militantes y estructuras de los grupos editores de prensa política y sindical. Los boletines y periódicos son vehículos con funciones muy precisas (contrainformación, culturales, de transmisión de valores y modelos, apoyo moral, etc) hacia dentro y hacia fuera de las propias filas. Estas funciones dependieron en un algo grado de la capacidad de los grupos antifranquistas para vincularse con el principal movimiento de oposición al régimen, el movimiento obrero y sus luchas. De acuerdo con esto, la prensa antifranquista alcanzará sus mayores cotas de producción en la segunda mitad de los cuarenta (1944-1948) y a partir de la segunda mitad de los sesenta. Unos años de intensa movilización en los que el PCE y Comisiones Obreras lograron una incontestable hegemonía en la edición de prensa clandestina (entre ambos reúnen más del cincuenta por ciento de las cabeceras). Por el contrario, desde el final de la Guerra Civil hasta 1944 y a lo largo de la década de los cincuenta, la prensa clandestina conoce sus momentos más bajos, revelando así la debilidad de las propias organizaciones editoras. Diversas fuentes (informes de la policía y del Gobierno Civil, fuentes orales, documentación de los partidos y sindicatos de oposición y un gran número de periódicos) se usan para analizar esta cuestión desde varios puntos de vista. La Transición a la democracia cambió el escenario de forma dramática. Algunos de los periódicos antifranquistas más activos y duraderos no pudieron adaptarse a las nuevas condiciones, especialmente aquellos pertenecientes al PCE y a la USO. Las funciones de la prensa política y sindical del periodo anterior sencillamente dejaron de ser las mismas y funcionar. Muchos periódicos antifranquistas fracasaron a la hora de incorporar nuevas temáticas, lenguajes y modos de comunicación que incluían cuestiones como la ecología, la liberación de la mujer, el regionalismo, etc. Eso, por no mencionar su lejanía respecto a formatos como el comic o medios de comunicación autogestionados como las radios libres. Todo un nuevo estilo de militancia había emergido en el Tardofranquismo. Si los nuevos militantes se habían centrado en problemáticas específicas y organizaciones más autónomas y flexibles, los viejos aparatos de propaganda no siguieron este nuevo rumbo y centraron sus esfuerzos en el trabajo político institucional y la vida interna de las organizaciones. La hegemonía política que había disfrutado el PCE durante la dictadura se desvaneció y su sólido y principal portavoz escrito, Verdad, terminó sus días como víctima de la lucha interna por el poder. El PSOE y la CNT desarrollaron una continua reivindicación de sus tiempos gloriosos de preguerra. Veteranos de vuelta del exilio reflotaron títulos como Avance (PSOE) y Acción Libertaria (histórico portavoz de la CNT en los años veinte). Pero fueron los socialistas quienes se movieron más rápido y cambiaron pronto su discurso político, adaptándolo a una retórica menos clasista que logró atraer a grupos de antiguos izquierdistas, excomunistas y gente sin afiliación previa. Los años de la Transición supusieron la hegemonía socialista en la prensa política asturiana. La CNT fracasó en su intento de agrupar a las corrientes revolucionarias no marxistas y terminó dividiéndose. Dos cabeceras distintas representaban a dos CNTs distintas. Solamente uno de los grupos editores antifranquistas de importancia, Comisiones Obreras, consiguió mantenerse y publicar nuevos títulos. El radicalismo de izquierdas y los movimientos sociales también sufrieron el progresivo decline del interés por la política, reflejando su crisis en la edición de interesantes pero precarios periódicos y boletines. Todo este complejo proceso puede resumirse en la dura alternativa entre la integración y la resistencia.
Prensa política y sindical en Asturias en el Franquismo y la Transición (1937-1982) trata de contribuir a arrojar algo de luz sobre un aspecto poco tratado y conocido de la militancia y la actividad de partidos políticos y sindicatos. Esta investigación se divide en dos partes diferenciadas, pero que no deben tomarse aisladamente: la prensa clandestina de la época franquista (desde la ocupación de Asturias en 1937 a la muerte de Franco en 1975), y los periódicos, boletines y otros materiales de propaganda pertenecientes a partidos, sindicatos y movimientos sociales durante el periodo de transición a la democracia (desde 1975 hasta la victoria del PSOE en las elecciones generales de 1982). La prensa clandestina de la resistencia antifranquista no es un aspecto que haya recibido, precisamente, una atención masiva por parte de los investigadores españoles. La primera parte de la tesis trata de dar cuenta del complejo y peligroso proceso de producción, distribución y recepción de este tipo de materiales editados ilegalmente. Al mismo tiempo, nuestra visión de la propaganda antifranquista resultaría incompleta sin una aproximación al funcionamiento del aparato de propaganda franquista, de su discurso y de su control de la prensa legal. La lucha entre ambos aparatos de propaganda no se puede comprender correctamente sin poner en relación ambos polos antagónicos. La historia de la edición de prensa clandestina en Asturias no muestra a su vez, la estrecha relación de dependencia que existe entre los periódicos y las culturas militantes y estructuras de los grupos editores de prensa política y sindical. Los boletines y periódicos son vehículos con funciones muy precisas (contrainformación, culturales, de transmisión de valores y modelos, apoyo moral, etc) hacia dentro y hacia fuera de las propias filas. Estas funciones dependieron en un algo grado de la capacidad de los grupos antifranquistas para vincularse con el principal movimiento de oposición al régimen, el movimiento obrero y sus luchas. De acuerdo con esto, la prensa antifranquista alcanzará sus mayores cotas de producción en la segunda mitad de los cuarenta (1944-1948) y a partir de la segunda mitad de los sesenta. Unos años de intensa movilización en los que el PCE y Comisiones Obreras lograron una incontestable hegemonía en la edición de prensa clandestina (entre ambos reúnen más del cincuenta por ciento de las cabeceras). Por el contrario, desde el final de la Guerra Civil hasta 1944 y a lo largo de la década de los cincuenta, la prensa clandestina conoce sus momentos más bajos, revelando así la debilidad de las propias organizaciones editoras. Diversas fuentes (informes de la policía y del Gobierno Civil, fuentes orales, documentación de los partidos y sindicatos de oposición y un gran número de periódicos) se usan para analizar esta cuestión desde varios puntos de vista. La Transición a la democracia cambió el escenario de forma dramática. Algunos de los periódicos antifranquistas más activos y duraderos no pudieron adaptarse a las nuevas condiciones, especialmente aquellos pertenecientes al PCE y a la USO. Las funciones de la prensa política y sindical del periodo anterior sencillamente dejaron de ser las mismas y funcionar. Muchos periódicos antifranquistas fracasaron a la hora de incorporar nuevas temáticas, lenguajes y modos de comunicación que incluían cuestiones como la ecología, la liberación de la mujer, el regionalismo, etc. Eso, por no mencionar su lejanía respecto a formatos como el comic o medios de comunicación autogestionados como las radios libres. Todo un nuevo estilo de militancia había emergido en el Tardofranquismo. Si los nuevos militantes se habían centrado en problemáticas específicas y organizaciones más autónomas y flexibles, los viejos aparatos de propaganda no siguieron este nuevo rumbo y centraron sus esfuerzos en el trabajo político institucional y la vida interna de las organizaciones. La hegemonía política que había disfrutado el PCE durante la dictadura se desvaneció y su sólido y principal portavoz escrito, Verdad, terminó sus días como víctima de la lucha interna por el poder. El PSOE y la CNT desarrollaron una continua reivindicación de sus tiempos gloriosos de preguerra. Veteranos de vuelta del exilio reflotaron títulos como Avance (PSOE) y Acción Libertaria (histórico portavoz de la CNT en los años veinte). Pero fueron los socialistas quienes se movieron más rápido y cambiaron pronto su discurso político, adaptándolo a una retórica menos clasista que logró atraer a grupos de antiguos izquierdistas, excomunistas y gente sin afiliación previa. Los años de la Transición supusieron la hegemonía socialista en la prensa política asturiana. La CNT fracasó en su intento de agrupar a las corrientes revolucionarias no marxistas y terminó dividiéndose. Dos cabeceras distintas representaban a dos CNTs distintas. Solamente uno de los grupos editores antifranquistas de importancia, Comisiones Obreras, consiguió mantenerse y publicar nuevos títulos. El radicalismo de izquierdas y los movimientos sociales también sufrieron el progresivo decline del interés por la política, reflejando su crisis en la edición de interesantes pero precarios periódicos y boletines. Todo este complejo proceso puede resumirse en la dura alternativa entre la integración y la resistencia.
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Tesis 2008-051
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