Genealogía del paisaje rural asturiano
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Este trabajo pretende buscar a los progenitores del paisaje rural a través de las huellas hereditarias que se conservan en algunas fuentes históricas y de las que persisten en la fisonomía del paisaje de nuestros días. Se estructura en tres bloques de estudio que tienen por objeto: 1) el poblamiento y el espacio geográfico, 2) el espacio productivo centrado en el uso de la tierra y el monte, y 3) el molino como ingenio proliferante de transformación de alimentos. La tesis examina la formación de los citados rasgos del paisaje rural asturiano, con el objeto de determinar el origen de sus formas que pudiéramos considerar tradicionales, llegando a la conclusión de que este carácter no es más que la inercia cultural que arranca del trance de la coalescencia del modelo romano de organización del territorio con el de los pueblos protohistóricos asentados en el solar de la Asturias actual. No existen razones que conduzcan a sospechar que con el colapso del imperio romano la trama básica del poblamiento de tipo aldeano padezca trasformaciones generalizadas y profundas, ni que sostengan la pretensión de que toda la historia rural previa a los siglos medievales haya de borrarse para comenzar de nuevo con un tipo de poblamiento fundamentado en las villas altomedievales. A lo largo de la Edad Media aquél patrón antiguo de poblamiento constituye una estructura elemental a partir de la cual se multiplican los lugares habitados y se avanza en la conquista del ámbito silvestre y en la roturación de espacios con fines residenciales, agrarios y ganaderos. El sistema económico del mundo rural aparece fundamentado sobre la agricultura y la ganadería. En los enclaves costeros estos recursos se complementan con los resultados de la pesca. Sin embargo, la agricultura no es connatural al territorio asturiano. La economía rural es en realidad una economía de complementos, basada en la explotación integral, espontánea y natural de un medio diverso, mediante actividades productivas pero también a través de prácticas recolectoras como las que suponen el aprovechamiento de la bellota y de la castaña. La formación y el mantenimiento del paisaje rural suponen la domesticación del medio natural. El mantenimiento de la agricultura y la ganadería obliga a un control permanente de los reinos vegetal y animal, además de las adaptaciones precisas del terreno mediante lo que podríamos llamar una domesticación del entorno físico inerte. Procedimientos y técnicas de trabajo similares y cotidianas se han sucedido a lo largo del tiempo de manera cíclica, acompañadas de un envoltorio ritual que tiene por objeto cuidar de que las fuerzas espirituales y divinas que pululan por el mundo no estorben el crecimiento natural y la sazón de las especies de las que depende el sustento de las personas y de los animales que ellas crían en su beneficio. En fin, el molino hidráulico es una aportación romana de éxito inigualado y discreto, muy bien adaptado al terreno abrupto asturiano en el que abundan las corrientes de agua, que funciona de manera autónoma en un ámbito de trabajo manual, transformando el fruto de la tierra y del trabajo del hombre en el alimento básico del mundo rural tradicional: la boroña o el pan, con sus respectivas genealogías prerromana y romana.
Este trabajo pretende buscar a los progenitores del paisaje rural a través de las huellas hereditarias que se conservan en algunas fuentes históricas y de las que persisten en la fisonomía del paisaje de nuestros días. Se estructura en tres bloques de estudio que tienen por objeto: 1) el poblamiento y el espacio geográfico, 2) el espacio productivo centrado en el uso de la tierra y el monte, y 3) el molino como ingenio proliferante de transformación de alimentos. La tesis examina la formación de los citados rasgos del paisaje rural asturiano, con el objeto de determinar el origen de sus formas que pudiéramos considerar tradicionales, llegando a la conclusión de que este carácter no es más que la inercia cultural que arranca del trance de la coalescencia del modelo romano de organización del territorio con el de los pueblos protohistóricos asentados en el solar de la Asturias actual. No existen razones que conduzcan a sospechar que con el colapso del imperio romano la trama básica del poblamiento de tipo aldeano padezca trasformaciones generalizadas y profundas, ni que sostengan la pretensión de que toda la historia rural previa a los siglos medievales haya de borrarse para comenzar de nuevo con un tipo de poblamiento fundamentado en las villas altomedievales. A lo largo de la Edad Media aquél patrón antiguo de poblamiento constituye una estructura elemental a partir de la cual se multiplican los lugares habitados y se avanza en la conquista del ámbito silvestre y en la roturación de espacios con fines residenciales, agrarios y ganaderos. El sistema económico del mundo rural aparece fundamentado sobre la agricultura y la ganadería. En los enclaves costeros estos recursos se complementan con los resultados de la pesca. Sin embargo, la agricultura no es connatural al territorio asturiano. La economía rural es en realidad una economía de complementos, basada en la explotación integral, espontánea y natural de un medio diverso, mediante actividades productivas pero también a través de prácticas recolectoras como las que suponen el aprovechamiento de la bellota y de la castaña. La formación y el mantenimiento del paisaje rural suponen la domesticación del medio natural. El mantenimiento de la agricultura y la ganadería obliga a un control permanente de los reinos vegetal y animal, además de las adaptaciones precisas del terreno mediante lo que podríamos llamar una domesticación del entorno físico inerte. Procedimientos y técnicas de trabajo similares y cotidianas se han sucedido a lo largo del tiempo de manera cíclica, acompañadas de un envoltorio ritual que tiene por objeto cuidar de que las fuerzas espirituales y divinas que pululan por el mundo no estorben el crecimiento natural y la sazón de las especies de las que depende el sustento de las personas y de los animales que ellas crían en su beneficio. En fin, el molino hidráulico es una aportación romana de éxito inigualado y discreto, muy bien adaptado al terreno abrupto asturiano en el que abundan las corrientes de agua, que funciona de manera autónoma en un ámbito de trabajo manual, transformando el fruto de la tierra y del trabajo del hombre en el alimento básico del mundo rural tradicional: la boroña o el pan, con sus respectivas genealogías prerromana y romana.
Local Notes:
Tesis 2010-107
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